Muchos cacereños nos sentimos orgullosos de nuestra ciudad, de haber conservado durante siglos el legado de piedras y edificios que dejaron nuestros antepasados. Pero la imagen que tenemos de nuestra ciudad, sus edificios históricos, sus callejuelas, sus torres, arcos y callejones, no es sólo de piedra de palacios. También forma parte de nuestra memoria y de nuestra visión, la imagen de la vegetación que acompaña a las piedras de nuestro Cáceres. Tanto en la zona vieja, como en la moderna.
Mi memoria visual asocia siempre la Torre de Sande al color verde, a un tapiz de hiedra, porque siempre la conocí como una torre tapizada. Una torre arropada por el verdor de hebra natural. Una torre viva porque la piedra no está muerta, sino que cada año germina con nuevas hojas, y cada otoño hiberna con colores cobrizos.
Mi retina también recuerda las cuatro palmeras que existen en la plaza de Santa Clara, y que cuando te asomas por la Puerta de Mérida, si miras al cielo verás sus palmas que abaniquean a las clarisas, que a veces se ocultan de la mirada arriba tras el enrejado. Cuando se remodeló esa plaza, me preocupó qué modernismo nos pondrían, qué ocurrencia o pastiche habría plasmado el arquitecto o el político de turno. Esa preocupación también lo era de muchas personas de nuestra ciudad, y nos temíamos que esa plaza perdiera parte de su encanto. Lo cierto es que a mí personalmente me gustaba más cómo era antes, pero por lo menos las cuatro palmeras centenarias siguen en el mismo sitio, y mirando al mismo cielo. El que los árboles permanezcan, hace que nuestra memoria visual de ese rincón de Cáceres, siga existiendo. No puedo decir lo mismo de la visión de la vecina plazuela de la Soledad, o de la plaza mayor.
En nuestra parte antigua no abundan las calles, ni plazas con arbolado. Son excepciones Santa Clara, Las Candelas, el Jardín de la Torre Mochada, los arbolitos de Las Veletas, el Callejón del Gallo y poco más. Sin embargo hay rincones mágicos porque además de las piedras o de la cal, se vislumbran plantas de los edificios colindantes que asoman tras las tapias, eso ocurre en la plaza de los Pereros donde aún se asoman las plantas por las paredes dando vida a espacios que a veces parecen muertos por las sombras, y la falta de bullicio. Otros se han reabierto de nuevo para disfrute de todos, como el jardín de Dª María Cristina de Ulloa. Recuerdo haberlo pisado de niña, pero han sido tantos años sin entrar, que será de nuevo un descubrimiento.
Hay un rincón que a mí siempre me ha gustado. Caminar por la cuesta de la Compañía, y entrar por el Callejón de D. Álvaro. Estrecho y encalado, sin ruidos, y sin gentes que lo enturbien; pero siempre estaba con la maleza de las bouganvillas, de un rosal, y las hojas de un limonero; y con el buen tiempo: color y olor. Pero a alguien se le ocurrió que eso no debía continuar, y le cortaron las ramas y lo dejaron blanco e impoluto, pero vacío de vida en casi todo su trayecto. Menos mal, que tuvo piedad y no siguieron podando en su salida hacia la judería. Y menos mal que en San Antonio del Barrio, no entran podadores, y los vecinos siguen poniendo sus gitanillas y pilistras.
Todos estos rincones han permanecido casi inalterables con el paso de los años, y la costumbre de tener plantas que adornen a las piedras se ha ido manteniendo. Pero también hay espacios de nuestra ciudad vieja a los que se ha pretendido quitarles o modificar su ropaje, como es la Corredera de San Juan.

Jardines en San Juan. Foto cortesía de Miguel A. Lama
Aquí la reacción de los habitantes de Cáceres, consiguió que nuestras autoridades se pensaran bien su remodelación, y que lo aparcaran. Aunque no sabemos si volverán a intentarlo. Deberíamos estar alerta, porque siempre hay algún lumbreras, ya sea técnico o político que desea dejar su impronta en nuestro paisaje urbano. Olvidando que tenemos el deber de conservar los espacios que recibimos de nuestros antepasados, porque no nos pertenecen. Sólo tenemos derecho a disfrutar y ver, tener visiones y memoria visual; y no a disponer, ni arrebatar esa visión a los que vendrán después de nosotros.
Como nuestra ciudad vieja es básicamente piedras, parece que el azar nos compensó; y determinó que nuestra ciudad moderna, debía tener muchos jardines, flores y arbolado. Y así gozamos de espacios de gran valor paisajístico que también son un orgullo para los habitantes de Cáceres. Hemos presumido de ser una de las ciudades con mayor cantidad de metros de zonas verdes y árboles por ciudadano; disponemos desde hace años de calles sombreadas con vegetación que dan vida a nuestras rutinas, que nos permiten disfrutar fuera de nuestros hogares y vivir en un ágora verde. Durante años los visitantes de Cáceres, nuestros amigos y familiares que venían a nuestra ciudad en verano, escuchaban de nosotros que aquí pese al calor, la configuración de las calles y sobre todo el arbolado ayudan a poder resistir el calor y a vivir la ciudad. Yo he presumido con orgullo de las piedras, de las calles arboladas de mi ciudad, ante mis amigos de fuera. Y creo que tenía motivos.
Ahora observo como el mantenimiento de nuestras calles, el nuevo urbanismo, el vandalismo y también la falta de profesionalidad de algunos, hace peligrar parte de nuestro orgullo, nuestro patrimonio verde. No es nada nuevo. Las labores de poda se llevan haciendo sin control desde hace años. No hay criterios técnicos, no hay dirección con criterio, no hay político competente preocupado por el tema, o están preocupados por otros temas. No hay plan de gestión del arbolado urbano, no está finalizado el inventario, ni actualizadas las fichas que contiene.
Se han hecho remodelaciones de plazas y calles, donde se han arrancado árboles sanos, donde no se han trasplantado a otras zonas de la ciudad lo que se podía haber salvado. Se ha incluido en proyectos la obligación de respetar o de causar el mínimo daño a la vegetación, y sin embargo se ha mirado hacia otro lado y no se ha sancionado el incumplimiento de esas obligaciones.
Se realizan podas y labores fuera de tiempo. Yo he llegado a ver podas generalizadas en los años 2010 y 2011 en el mes de mayo, cuando cualquiera con un poco de conocimiento sabe que sólo se debe podar cuando la savia está parada. Se ven podas que son traumáticas para los árboles, que abarcan más de la mitad de la copa, y no se respeta el porcentaje que se considera normal.
Se ven podas sanitarias, que se dice que se hacen porque los árboles están enfermos, y sin embargo el virus que se inocula es la motosierra y el hacha. Esos árboles perviven si acaso un año más. Al siguiente, fallecen porque son cornadas mortales de necesidad.
Hay remodelaciones como la de la Calle San Pedro de Alcántara que no se entienden ni por la oportunidad del momento, ni por la necesidad, ni por la estética del proyecto, ni por la funcionalidad que se consigue. Después de leer el proyecto, sólo me cabe decir que qué entiende el redactor del mismo -, funcionario público-, para haber procedido a plasmar en ese documento, que se eliminen 72 árboles adultos que existían en esa calle, y 58 rosales, que procuraban sombra y frescor en verano. Me pregunto qué sombra nos va a dar a los vecinos del barrio, con 28 árboles jóvenes. Me pregunto qué control ha habido del proyecto. Se obligaba al contratista a conservar vivos los árboles que pervivieran, y que fuera posible trasladarlos a otras zonas o parques de la ciudad. Sólo he visto 3 naranjos de esa calle, en macetones en el parque del príncipe. Qué ha pasado con el resto, dónde están las órdenes y el control técnico que justifique la mutilación y muerte de los mismos.
Pensemos qué haríamos si nos quitaran las piedras de nuestros palacios y callejuelas, pensemos qué visión tendríamos si nos eliminan también la vegetación que acompaña a las piedras, y que constituyen parte de nuestra memoria visual. Creo sinceramente que estamos obligados a conservar no sólo las piedras de nuestra ciudad, sino también todo aquello que lo ha caracterizado durante siglos, y que han hecho a nuestra ciudad, una ciudad de piedras y vegetación. Me apunto a intentarlo, ¿Alguien más?
Creo que los naranjos se trasplantaron a urbanizaciones y zonas de amigos y familiares de algún/a polític@
No tengo pruebas pero eso se me informó
Conchita, eso que dices no sé si es un rumor, una leyenda urbana o qué. Desde luego sin pruebas no podemos decirlo. Sé que varios árboles directamente los han cortado, troceado y eliminado in situ, porque por esa calle paso continuamente, varias veces y casi a diario. He coincidido con el proceso de la poda/tala, y los he visto amontanados en el suelo. Tanto naranjos como otras especies. De hecho, a los pocos días de haberlos cortado he visto en el parque del príncipe varios naranjos (3) en macetones en las instalaciones que hay de jardinería, junto al vivero que tienen el servicios de parques y jardines del ayuntamiento. A ver si paso de nuevo, y veo si siguen allí o no. De todas formas se puede consultar en el ayuntamiento para que nos digan dónde los han trasplantado.
Yo me apunto, también soy un cacereño atónito por como están talando nuestros árboles y nuestra memoria, como están arrasando nuestro patrimonio verde, basándose en informes mentirosos que alegan enfermedades de los árboles o destrozos en acerados, y que son, en la mayoría de los casos, inciertos (tengo algunas pruebas). Han cortado, troceado y arrancado árboles en las calles del centro, que estaban perfectamente sanos y que no habían desplazado ni una baldosa de las aceras, que por cierto estaban perfectas hasta que al arrancar el cepellón de árboles con mas de 50 años las han destrozado y han tenido que rehacerlas de nuevo.
La excusa tranquilizadora de los técnicos es que van a sustituirlos por otros árboles nuevos, y efectivamente así lo han hecho, ha vestido la calle de uniforme, unos preciosos árbolitos llenos de flores todos iguales en la C/ León Leal y Rda. del Carmen que a mí que no soy entendido me parecen prunos (ciruelos chinos).
Como ya dije en un árticulo anterior, puede que algún árbol debiera ser talado, pero desde luego no todos los que han aniquilado. No entiendo los motivos últimos por lo que están haciendo esto. En los tiempos que corren se me ocurren algunos que no tienen nada que ver con la salud de las plantas ni el mantenimiento del entorno.
Desde mi corto entender, creo que el patrimonio, ya sea histórico, artístico o natural, no es sustituible. A nadie se le ocurriría demoler la Concatedral de Santa María, por que ya este vieja, sus suelos desgastados por el tiempo o el techo con goteras, para sustituirla por una iglesia más moderna, funcional, con calefacción central y pila bautismal plegable y con fuente de leds de colores. Lo lógico es conservar la herencia de nuestro pasado en las mejores condiciones posibles, y disfrutar de nuestro patrimonio, aunque sea caro y conlleve problemas urbanísticos.
Miedo me da, que con estas prisas de proyectos electorales en nuestra ciudad, como el arboricido perpetrado en la C/ San Pedro, ahora les toque el turno a los magníficos Abetos que acompañan a la estatua de Hernán Cortés frente al antiguo Banco de España. Teniendo en cuenta la «tan necesaria construcción» de un Parking en Primo de Rivera, no me extrañaría que las ínclitas mentes preclaras de este Ayuntamiento estén pensando en llevarse por delante los árboles de esa plaza con sus nidos de cigüeña incluidos, y que es posible que estuvieran ahí antes de que ellos nacieran. Seguro que les molesta para construir el Parking, pero no nos preocupemos, que van a poner unos de plástico, made in china, que además no hace falta regarlos.
Deberíamos estar atentos para plantar cara a los desmanes que está perpetrando esta corporación y no permitir, al menos si oposición que pasen a motosierra lo que es de todos los cacereños.
Por ultimo os animo a que, si cae en vuestras manos, leais y disfrutéis de un maravilloso libro editado por la Institución Cultural el Brocense en el año 2001, cuyo título es CACERES VERDE – El paseo de Cánovas-, obra de Diosdado Simón Villares y José María Corrales Vázquez, que es un maravilloso catálogo de los árboles y arbustos que pueblan nuestras calles y parques. Supongo que si no lo tenéis en la biblioteca lo podréis encontrar o tal vez lo tengan aún en los fondos de la Institución Cultural. Merece la pena tenerlo. Yo lo guardo como oro en paño, y si la Corporación o los responsables del mantenimiento de nuestro Cáceres Verde le echaran un vistazo, tal vez cambiarían el criterio que están siguiendo.
Como ya te dije al comienzo, me apunto.
Antonio Salas.
Antonio, comparto lo que dices y tus miedos. Sobre los árboles de la glorieta de Gral. Primo de Rivera, creo que está contemplado eliminar uno de ellos, el que contiene el nido de cigüeñas según lo que he leído en la prensa. Supongo que en el proyecto debe venir. Creo que son cedros, y efectivamente en uno de ellos lleva años anidando una pareja de cigüeñas. Tengo familia que vive cerca, y que llevan mucho tiempo controlando y fotografiando a las cigüeñas y cigüeñines. Hay que leer el proyecto, a ver qué medidas han establecido: Si se contempla el traslado del nido, del árbol o qué, y cuántos deben quitar o no, etc. Es evidente que el proyecto del párking ya es imparable, y que poco se puede hacer. Pero habrá que controlar que se cumple el proyecto, y que se hace de acuerdo a la normativa. No hace muchos años, en esa misma zona, en la esquina de Galerías Madrid había más arbolado, entre ellos un magnolio bien grande y antiguo, y un parterre. Se eliminó porque había muchos pájaros y muchas cagadas sobre las personas, acera y coches; y de paso se aprovechó para ampliar la acera y poner aparcamiento para motos. No sé qué pasó con el Magnolio, pero es cierto que no nos preocupamos por él, y que la ciudadanía pasó. Debemos reconocer que también los ciudadanos no nos hemos preocupado mucho por estos temas. Del libro que dices, recuerdo la noticia cuando lo publicaron, pero no he tenido acceso a él. Habrá que indagar más en estos temas. Gracias por el comentario. (por cierto tu artículo una maravilla de sensaciones y vivencias).Un saludo.